En la medicina tradicional china, las emociones son uno de los "factores patógenos" que pueden llegar a enfermarnos. Eso no es nada que ya no sepamos, pero quizás no somos tan conscientes de que las emociones llevan siempre asociado un pensamiento, que es el que dispara la emoción y ahí tenemos nuestra arma. Eckart Tolle dice que las emociones son la respuesta del cuerpo a nuestros pensamientos. Todos experimentamos con demasiada frecuencia el asalto de pensamientos que solo nos hacen sentirnos peor: "Debería haberle dicho ..."(rabia); "es que soy tonta.. (inseguridad)"; "¡que dirán de mí!"(vergüenza); "seguro que le ha pasado algo terrible..." (miedo). La cabeza se convierte en una radio que no podemos detener, que nos agota y no quita energía. Luchamos por apagar la radio, pero pocas veces lo logramos porque usamos una estrategia poco eficaz. Lo habitual es intentar enmascararla con otras actividades que hacen más ruido (compras, salidas, tele, libros, música, películas.....), pero la cantilela sigue en el fondo haciendo su trabajo, como una minúscula fuga de agua que acabará pudriendo la viga de madera que sujeta el techo de nuestra psique, y piede que acabe salinedo de forma inesperada con más fuerza. Por eso, es importante entrenar la mente, ser conscientes de lo que pasa en ella y darle un descanso a diario. Curiosamente, y en contra del sentido común, la forma de "descansar" la mente no es desviar nuestra atención de ella, "olvidarla", dejar de pensar (¡¡eso es imposible y la evasión solo libera a muy corto plazo!!), sino al contrario: traer toda nuestra atención a algo concreto (la respiración, la sensación del cuerpo, el sentimiento que nos persigue, el dolor que nos supera....) Se trata de una técnica muy